…Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí”. Josué 2:1b

Dos hombres de incógnito, dos hombres en doble misión, hacer un reconocimiento de la tierra y de Jericó, dos hombres santos, en una misión santa, en casa de una ramera.

Rahab era una ramera si, pero un cambio en su corazón había comenzado, el poder de Dios expresado en los versículos 9-13, la habían hecho nacer a una fe tal, que daba por descontado que no había límites de conquista para los israelitas.

Su temor a Dios era más grande que el temor al rey de Jericó, sabía que la vida de su familia iba en ello. Había nacido a la fe, esa fe que se vuelve escudo contra los dardos del maligno, fe para esconder a los espías de Dios. Josué 2:2-4

Su fe la unió al pueblo de Dios (Josué 6:17) su fe la hizo vivir.

Las apariencias engañan muchas veces, la fe verdadera suele nacer, en medio del desastre de la vida. Suele vivir en corazones que fueron de los más oscuros. Rahab fue ascendiente de Jesús, Mateo (1:1-17).

Día 6 - "NO TODO ES LO QUE PARECE"

PS. PABLO HESAIN / 31 Julio 2023